Ni Barcelona ni Real Madrid, el actual líder de LaLiga es el Sevilla. Parece que ninguno de los grandes quiere tomar las riendas de la tabla y los ‘outsiders’ habituales han aprovechado para tomar el poder.
Hace poco menos de un mes el conjunto entrenado por Machín dejaba serias dudas allá por Nervión. Se encontraba a ocho puntos de la cabeza y la inminente crisis revoloteaba por Nervión porque no se jugaba bien al fútbol, no se obtenían resultados y porque el entrenador, recién aterrizado en un conjunto de campanillas y con aspiraciones, no terminaba de encontrar el camino. Pero el fútbol, siempre lo hemos dicho, es un deporte de contrastes, inescrutable, que no sigue parámetros propios. Con Madrid y Barcelona en plena de crisis de resultados y, lo peor, de confianza; con el Atlético aturdido por sus numerosos cambios del verano y con el Valencia abonado al empate, ha tenido que ser el Sevilla quien se pusiera las pilas y lograr lo que hace tres semanas paracía una quimera: alcanzar el lidertato de LaLiga.
Ayer, en un buen choque, los andaluces derrotaron con cierta solvencia a un Celta que también está atravesando un período oscuro tras un brillante inicio. Bajo la batuta de Banega se mueven los hispalenses, que han encontrado en Navas a un cuchillo por la banda derecha y a Ben Yeder en uno de sus oleadores.
Ahora mismo el líder (en la foto) es el grupo más reconocible del campeonato y podríamos asegurar que de seguir en esta línea va a ser complicado descabalgarle de su trono.
Sus máximos rivales, Barcelona y Real Madrid, no hicieron los deberes. Es más, podríamos afirmar que los de Valverde obtuvieron un aprobado ramplón en su visita a Mesatalla, donde vimos un equipo cansado, dependiente de Messi una noche más y con Piqué en modo error continuado. El central no está en su mejor momento, todo lo contrario, y va contando los fallos por jornadas. Anoche se agachó en la jugada del gol, y sólo era el primer minuto del encuentro. Por lo demás, el equipo tuvo poca llegada, si exceptuamos a Messi, con un Suárez penoso en el control y en el pase una noche más. Desde luego, así no se gana nada. Pero si el Barcelona obtuvo un aprobado, peor le fue al Madrid, que directamente suspendió en Vitoria su examen. Lo hizo en el descuento, tras un gol de Manu García, después de mostrar -de nuevo- dominio del balón y ninguna profundidad. El triunfo del modesto Alavés puede considerarse justo porque puso más ganas, corazón y, además, siempre creyó en la victoria. La derrota y el bajo nivel ofrecido por algunos jugadores blancos -Bale, Benzema, Asensio...- permiten aventurar días complejos en el Bernabéu. Las aguas bajan muy revueltas y Lopetegui podría tener los días contados. No está sabiendo manejar el grupo ni tomar decisiones. Su condescendencia con algunos jugadores ya raya lo ilógico y seguramente, si no cambia, lo pagará con su puesto de trabajo. Al tiempo. Por cierto, la ausencia de Isco está resultando demoledora para los blancos. Desde que no juega por su apendicitis el Real Madrid no ha hecho más que el ridículo.
Del resto de encuentros destacan las victorias del Atlético ante un Betis que sobó mucho la pelota pero que no tuvo profundidad; el brillante triunfo de la Real Sociedad en San Mamés ante su rival preferido, el Athletic, en un gran partido de sus delanteros Sangalli y Bautista y con nueve jugadores en el once titular de la cantera, todo un récord en los tiempos que vivimos, y del Espanyol frente a un Villarreal que no encuentra el camino y cuyo entrenador, Javi Calleja, se encuentra más que en la cuerda floja. Otros triunfos importantes fueron los del Éibar en Girona; del Levante en Getafe; del Leganés ante el Rayo y del Valladolid en su feudo ante el colista Huesca. Los de Sergio ya son séptimos con doce maravillosos puntos en su cuenta.
Con estos resultados y ya disputada la jornada completa llegamos al segundo parón de selecciones el próximo fin de semana. Quince días de descanso que pueden ser muy largos para algunos, como Lopetegui y Calleja. Veremos.