martes, 28 de junio de 2016

Fin al ciclo de oro, es la hora de abrir una nueva página


Ayer España se despidió de la @EURO2016. Y lo hizo como cabía esperar: siendo muy inferior a su rival, sin tener una presencia constante, sin apenas rotaciones y con algunos jugadores muy castigados y fuera de forma. Duelen las derrotas, claro, pero también duelen las formas. Los partidos de la República Checa y de Turquía fueron dos 'islas' en un agujero negro en el que la Selección lleva instalad unos meses. Las victorias y la clasificación europea habían dejado a un lado el mal juego y las carencias mostradas en los últimos tiempos. Pero allí seguían, agazapadas, a la espera de hace su aparición en un momento más importante.

El choque ante Croacia fue sólo un anticipo de lo que se nos venía encima. Con ausencias destacadas y varios cambios para refrescar el once inicial, el conjunto ajedrezado comenzó a mostrar a toda Europa los flancos débiles españoles. Primero, al saber contragolpear con suficiencia, calidad y acierto. Y después al llevar el partido a lo físico en la segunda mitad. Un conjunto como el español, habituado a tener el balón, a domarlo e incluso casi aburrir a sus rivales corriendo detrás de él, no puede cometer los graves errores en lo que incurrieron los de Del Bosque: Cuando vas ganando, al borde del descanso, no puedes encajar un gol casi a la contra. Y cuando el nivel físico decae es necesario refrescar el centro del campo, la verdadera sala de máquinas, para mantener el nivel. Si encima fallas un penalti por la obcecación de un jugador en lanzarlo -Ramos- que quiso imponer su jerarquía para solventar su fallo en el primer gol encajado cuando hay al menos cuatro compañeros más habituados a lanzar y con mejores cualidades, no puedes lanzarte al ataque como un poseso en la recta final del choque como si te jugaras la vida. Ahí, en esos minutos, se echó en falta la ausencia de hombres como Xavi o Xabi Alonso, capaces de manejar el esférico sin perderlo y de enfriar el partido. Pero ninguno de los jugadores lo supo interpretar, como el entrenador, Del Bosque.

La derrota nos envió al lado oscuro del cuadro y nos colocó frente a Italia. Una Italia que nos tenía ganas porque les batimos hace ocho años a penaltis y porque les vapuleamos hace cuatro en la final celebrada en Kiev. Una Italia renovada gracias a Conte, que le ha dado un estilo propio (3-5-2) muy reconocible en el que el 'catenaccio' ya no es lo que era. Obviamente, los transalpinos mantienen su idiosincrasia defensiva, pero juegan más el balón, tocan, y se estiran con rapidez apoyados en la velocidad de sus puntas. Con una defensa 'juventina' arropada por Buffon, el inagotable, bajo los palos salvando los muebles en los momentos de necesidad, a pesar de haber perdido calidad en su fútbol, Italia ha vuelto a sus orígenes pero mejor. Si algo hizo bien el técnico italiano fue preparar el partido. Tenía estudiada a España al dedillo y sus gladiadores, que confían sobremanera en él, cumplieron las órdenes de forma precisa e imperial. Al contrario, Del Bosque quiso ser fiel a un bloque, a un estilo de juego más que definido y archiconocido por los rivales y no modificó un ápice su apuesta. No había preparado ni mentalizado a sus jugadores y así nos lució el pelo. eso de 'salgan y jueguen como saben' no sirve en partidos como el de ayer. Hoy, cualquier rival te hace un 'traje' (ahí está Inglaterra, ridiculizada por una Islandia extraordinaria) y te manda para casa. Si comentes errores en las eliminatorias no hay una segunda oportunidad y te vas para casa. Eso hizo España y el viaje de vuelta lo tiene más que merecido. Italia, recordémoslo, fue mejor desde el pitido inicial. En preparación del choque, en fútbol, en ocasiones, en corazón, ilusión, físico y ganas, sobre todo muchas ganas de derrotar a España y levantar un orgullo que llevaba ocho años herido.
Sólo queda darles la enhorabuena por su partido y por su trabajo táctico y de estudio.

De España poco queda que decir. Algunos jugadores han cerrado, creo yo, un ciclo (Cesc, Pedro, Casillas...) y es hora de dar paso a la savia nueva. Urgen las novedades para preparar la próxima clasificación mundialista en la que, por cierto, nos veremos de nuevo con Italia, nuestro gran rival por la única plaza directa a Rusia. Y es urgente también el nombramiento de un nuevo seleccionador que tome las riendas. Del Bosque, espero, dejará la Selección porque su tiempo ya ha pasado. Por mucho que Villar se empeñe y le quiera mantener unos meses más -no es de extrañar cuando al presidente de la RFEF no se marcha ni con agua hirviendo- es necesario un cambio, un revulsivo que ilusiones de nuevo a todo un país que, no obstante, siempre estará agradecido a Del Bosque por los buenos momentos que nos hizo pasar y por todo lo que nos dio.